Chile, un turf diferente al nuestro

17.11.2016

Estuvimos en el Club Hípico de Santiago de Chile, conociendo un hipódromo hermoso y un turf con muchas diferencias con el nuestro.

Lunes a la tarde, en Maroñas aún suenan los ecos del pasado fin de semana y se reciben anotaciones para lo que vendrá. Mientras tanto, en Santiago de Chile la situación es muy diferente. El Club Hípico de Santiago presenta una reunión con 19 competencias que van hasta las 22:30 horas. Eso ya marca una diferencia enorme entre el turf chileno y el uruguayo.

El Club Hípico recibió nos recibió de brazos abiertos gracias a la cortesía del colega Sebastián Bravo Larraín. El hipódromo tiene una riqueza arquitectónica impresionante. Una edificación imponente que roza el siglo de vida. Para ser lunes hay una cantidad de público aceptable, que va aumentando junto al paso de la tarde. Las diferencias con Maroñas saltan rápido a la vista.

En el Club Hípico la pista principal es de césped y se corre en el sentido de las agujas del reloj. La pista interior es de arena y las carreras se alternan entre una pista y la otra. Aunque con excepciones, las competencias son numerosas, con 10 anotados o más. Además la mayoría de los cotejos se corren entre los 1.000 y los 1.300 metros.

El hipódromo brilla en sus instalaciones y colegas y profesionales nos dicen que es el más pintoresco de la ciudad. Sin embargo, también nos dicen que en el Hipódromo de Chile, el otro recinto de la capital trasandina, la pasión es mayor. En el Hípico algo que desde nuestro punto de vista no ayuda a esa pasión es que cada tribuna es un mundo aparte, con límites bien marcados. En Maroñas estamos acostumbrados a que actores y todo tipo de aficionados interactúen más. Además, la pista está lejos de las tribunas, al estilo San Isidro.

Para el burrero que vaya por Santiago la recomendación queda hecha: conocer el Club Hípico. Se van a deslumbrar con la arquitectura y van a disfrutar del espectaculo.

Hípica intensa:

En Chile se realizan unas 300 reuniones al año. El Club Hípico corre todos los viernes y lunes por medio. El Hipódromo Chile lo hace los sábados y jueves. Valparaíso, donde será el próximo Latino, los miércoles y un lunes por medio; y Concepción, al sur del país, los martes. Todos son oficiales y por ley ninguno puede hacer más de 85 reuniones al año. Hay 1.500 caballos en training y unos 200 jinetes. Se estima en 40.000 las personas que viven del turf. Lo que más llama la atención es la asiduidad con que corren los caballos. Por eso hay tantas carreras, pues lo normal es que participen todas las semanas.

Campañas eternas:

Mientras en Maroñas desde la reapertura ningún caballo ha corrido 100 carreras, en Chile eso es lo normal gracias a que se en un sistema de handicap. Hay casos increibles, Haggen que tiene registrada su última carrera en julio corrió 450 carreras y ganó 36. Su campaña inició en 2004. Anahola que con 8 años se mantiene en actividad lleva 39 victorias en 308 salidas a pista. En la primera semana de Noviembre corrió 3 veces. Estos son los casos más extremos, pero como decimos, la norma es que los elementos corran mucho y que además aunque tengan un hipodromo base, compitan en todos. Muchos se van para Concepción cuando se les hace cuesta arriba en la capital. Se puede decir que los dos casos nombrados son caballos de handicap y por eso corren tantas carreras, pero por ejemplo Clipperton, el mejor velocista de este año en el Club Hípico lleva corridas 77 carreras a los 5 años de edad. En 2016 corrió 24 veces y ganó 12 y todas sus participaciones de esta temporada fueron en el plano clásico.

Cuatro Hipodromos, carreras cinco o seis veces a la semana y el domingo extrañamente como dia libre, reuniones numerosas y con muchos cotejos, caballos que corren mucho más de lo que entrenan y como en Uruguay, decenas de miles de personas que viven de este deporte industria, pasión de muchos a ambos lados de Los Andes.

Germán Boiso.