"Marina me enseñó todo" (Clarín)

30.06.2014

Las enseñanzas marcan. Enseñan un camino en la vida. El aprendiz Lautaro Balmaceda asimiló esas enseñanzas de una gran maestra como la ex jocketta Marina Lezcano, una leyenda viviente del turf, en su paso por la Escuela de Jockeys Aprendices del Hipódromo de La Punta, San Luis, y desde hace nueve meses el joven cordobés, nacido en Achiras, las está volcando en los hipódromos máximos. "Marina fue mucho más que una maestra para mí. Fue como una madre en mi etapa de aprendizaje. Porque no sólo me enseñó a saber cómo correr un caballo, también me preparó para la vida, que es lo más difícil", comenzó contando el piloto de 23 años sobre su experiencia como alumno de la mujer que lo ganó todo en su etapa de jocketta. Hijo de Guillermo, ex jockey cuadrero y cuidador y de Claudia y hermano de Anahí, Balmaceda tuvo el destino marcado desde la cuna. Sus primeros pasos fueron con caballos petizos, ya que la escasa fuerza de sus 12 años no le permitía animarse a los más grandes: "Pero a los 16 empecé a correr cuadreras y como vivía en el límite con San Luis competía en dos provincias", recuerda, mientras palpita el partido entre la Selección Argentina y Nigeria en uno de los televisores del gimnasio de la Gremial, en San Isidro. En el último año del secundario en el Instituto 24 de setiembre de su ciudad natal, Balmaceda tomó una decisión crucial para su vida, y la apertura del Hipódromo de La Punta, ubicado a escasos 100 kilómetros de Achiras, fue lo que lo decidió a encarar este nuevo proyecto: "Me convencí de que esto es lo mío y también me ayudó a tomar esa decisión Fernando Videla, gerente del hipódromo, quien insistió en que yo debía ser jockey. Me anoté en la escuela, hice el curso y debuté ganando el 19 de diciembre de 2009 con la yegua Leona Brava, en 1400 metros y de punta a punta", cuenta y da muestras de poseer buena memoria. Tras ese triunfo, lógicamente vinieron muchos más y el reconocimiento de la afición local. Así el novel piloto ganó las estadísticas en las temporadas de 2010 y 2011, las que le valieron dos distinciones Jorge Laffué, premio con el que se reconoce la trayectoria de los profesionales que actúan en el hipódromo puntano. Siempre, en cada conquista, y recordando aquellas enseñanzas de vida que le dio su profesora Marina Lezcano, Balmaceda se manejó de la misma manera: con humildad y respeto. Y con la misma fórmula el jockey desembarcó en un medio más exigente tratando de mostrar sus condiciones. Allá por el mes de octubre de 2013 se presentó en San Isidro, para seguir su derrotero en busca de sus sueños: "Llegué al stud de Carly Etchechoury por intermedio de Laura, la esposa de Jorge Caro -quien es asistente del entrenador- su mujer es amiga de mi familia, y la mamá de Arturo, uno de mis mejores amigos". Y los resultados no tardaron en llegar y en forma vertiginosa por cierto. En febrero ya había ganado las 10 carreras reglamentarias para que le otorguen la licencia para correrles a los entrenadores radicados en los máximos. Además, tuvo que hacer la reválida en la Escuela de Jockeys Aprendices de San Isidro y así explica ésa experiencia: "Fue un curso corto y tras el que salí a correr sin restricciones, mejor fortalecido y con más experiencia, cosa que me ayudó a relacionarme con los cuidadores de acá. Me está yendo muy bien -agrega Balmaceda--. Hasta gané con los colores del Firmamento, para mí un sueño cumplido", afirma quien tiene como ídolos a sus colegas Pablo Falero y Altair Domingos. Pero atesora más sueños por cumplir Lautaro Balmaceda y los expresa: "Poder correr un Pellegrini, por ejemplo, y ganarlo mucho mejor.", concluye una promesa hecha realidad que se abre camino en el turf grande y recordando las enseñanzas de aquella gran maestra que fue mucho más que eso en su vida.