La última obra de Orfevre, un verdadero espectáculo

23.12.2013

El turf japonés desde hace más de dos décadas que no detiene su marcha. Con la inversión en genética y el apoyo de una estructura publicitaria y mediática al servicio de la industria, el Mundo entero sabe sobre la producción de excelencia en el "Sol Naciente". Orfevre es una marca de tales políticas. En el Arima Kinen (G1, 2500m), le puso el broche de oro a una historia que afianza tal estructura y proyecta otra con un sentido propio. Hubo alrededor de 60 mil personas para despedir al campeón. La victoria fue consecuencia de su enorme superioridad. Hubo 8 cuerpos al cruzar la meta en Nakayama, un margen que se produjo sobre la recta final, cuando el Triple Coronado de 2011 dominó con Kenichi Ikezoe en postura y a partir de ahí escapó sin riesgo. El resto, parte del ángel que supo cosechar con el correr de sus participaciones. Su historia campaña de tres años fue la piedra fundacional de un fenómeno sin igual. El nieto materno de Mejiro McQueen despertó pasión entre los aficionados locales, como también en la devoción universal. Su par de viajes a París fueron un plus en esa ecuación de corredor. Tales periplos acapararon placé, el primero de Solemia, cuando debió haber ganado; el segundo, en tanto, bien derrotado por la invicta Treve. Pero también su carisma se transfirió fuera de la palestra. Si bien Japón hace tiempo que tiene la obsesión por la prueba magna del turf europeo, Orfevre se encargó de hacer que París fuese Tokio para el Arco de este almanaque. Eso trasciende a un caballo de carrera. Eso fue este crack. El vástago de Stay Gold tejió un antes y un después. En 2'32''3 sobre el pasto bueno, una docena de halagos en 21 performances para el pupilo de Yasutoshi Ikee, en una vitrina que incluye en casa el Satsuki Sho (G1, 2000 Guineas), Tokyo Yushun (G1, Derby), Kikuka Sho (G1, St. Leger), el Arima Kinen de 2011, el Takarazuka Kinen de 2012, mientras que en un par de ocasiones se agendó el Prix Foy (G2, 2400m). Afuera de los fríos números, todavía más trascendente.