Treve hizo que París siga siendo París en la marquesina del Prix de l'Arc de Triomphe

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07.10.2013

Ni la suelta incomoda ni la lesión de Frankie Dettori. Treve despidió con enorme solvencia al pesado grupo de 18 oponentes en el Prix de l'Arc de Triomphe (G1, 2400mts.) y no sólo extendió su invicto de cinco performances, sino que además se convirtió en la cuarta hembra al hilo en sumarse a esta épica tarea. Superó todos los obstáculos, incluso a la parafernalia de Orfevre y toda una industria que lo apoyó. Su luz brilló más que ninguna en un firmamento de estrellas.

El julio de esta temporada el qatarí Joaan Bin Hamad Al Thani compró a la hija de Motivator. Luego, a fines de agosto, le firmó contrato a Dettori. Con el consejo de Criquette Head-Maarek de cuidarla, “pues el objetivo final era el primer domingo de octubre”, juntos ganaron el Prix Vermeille (G1, 2400mts.), con lo que el equipo empezó a funcionar a la perfección. Pero de ahí en más todo se complicaría. El látigo italiano se lesionó el miércoles en Nottingham. “Él (Dettori) hizo un gran trabajo con Fevre. No sólo la cuidó en la preparatoria, donde no era obligatorio ganar, sino que además la trabajó a la perfección según le pedí. Este final es también parte suya”, señaló la primera mujer en ganar la prueba magna de la hípica europea. A las 48 horas, a pocos metros del césped de Longchamp, el destino del bolillero la envió al número 15 en la partida. Bajo ninguna circunstancia hubo molestias por tal fortuna, incluso en ese razonamiento por los 100.000 euros que se debió pagar para correr por el suplemento. Entonces, hubo que apelar nuevamente a los servicios de Thierry Jarnet, quien la condujo en sus primeras tres salidas, incluso el Prix Diane (G1, 2200mts.), cuando acaparó la corona generacional. “Ella puede soltar de cualquier ubicación y siempre tendrá la misma calidad. De ella depende dar todo su potencial y llegar adelante”, expresó el piloto local de 46 años, héroe previamente de esta presea con Subotica (1992) y Carnegie (1994). El público parisino vio con buenos ojos tal presagio en reanudar esta sociedad. Los aplausos a rabiar fueron la mejor recompensa. Del otro lado, el silencio vino del lado de Orfevre. Donde “todo lo que puede salir mal va a salir mal”, tal cual Murphy, a Christophe Soumillon, de un fin de semana brillante (triunfó con Cirrus Des Aigles en la mejor del sábado y en el turno previo a la centra dominical con Dalkala en el Prix de l'Opera, en uno de los mejores telones del fin de semana) le salió todo mal sobre la cruz del crack japonés. Al increíble placé de 2012 meses antes le sumó otro, esta vez con pescuezo contra Intello, un potro francés que le ratificó a André Fabre que sus preguntas sobre la resistencia tienen respuesta. “Lo lamento por todo el equipo y por todos sus seguidores”, señaló el jinete belga en conferencia de prensa, cuando París bien pudo ser Tokio en el festejo. La mejor imagen sobre la decepción de la afición nipona fue algunos minutos después de la entrega de premios. La masiva invasión al principal circo galo tuvo su contrapartida de vacío. Ese marco de 52 mil personas fue silencio visitante, aunque un delirio local de dimensiones. Fevre trasladó el potencial que cimentó ante las féminas en la coyuntura continental. Fue contundente cuando debió serlo. Ese marcador se tradujo en una parte clave de la competencia. Cuando a partir de las catorce cuadras la hija de Motivator se fue naturalmente para el frente, el apareo pareció un juego de niños. Al pisar la recta final, confirmó que no necesitaba de más madurez y que bien podía divertirse en la responsabilidad. Con un golpe de velocidad extraordinario escapó, de todos, a la gloria. Fueron cinco cuerpos hasta el campeón del “Sol Naciente”, en 2’32’’04c sobre la grama levemente alterada por las lluvias del viernes y una pequeña llovizna del domingo por la mañana. Fue una página dorada para una historia de tantas circunstancias como alegrías. La bandera sudamericana en este convite plural corrió por cuenta del brasilero Going Somewhere. Diferente de todas sus competencias previas (cuarto de arranque y de ahí en más cerca del fuego, distinto a su rol de zaguero), el patrón de la vereda del Gran Premio Carlos Pellegrini (G1, 2400mts.) de 2012 cruzó 9º a 12 cuerpos de la luminaria. El valor de tomar una de las empresas más exigentes del mundo es el orgullo que le queda al Haras Phillipson. El resto no resiste ningún análisis. Su comparación con los mejores del mundo es injusta. Vale el coraje de ser parte. Para el resto, puntualmente, seguramente hablará el tiempo. Con el futuro aún incierto, lo cierto es que la ganadora fue una verdadera ganadora. Con tanto en contra, afloró todo lo que tenía a favor la nieta materna de Anabaa, justamente, todo su potencial, ese que según su encargada en el traning, se supera día a día. Ella fue la mejor, por lejos. París fue París por su encanto. La marquesina brilló a toda luz. En la “Ciudad Luz”, la estrella de Fevre lo tuvo todo.




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