Ordak Dan, de ganador común a héroe sorprendente (La Nación)

imagen

27.05.2013

Desde la coqueta terraza del Montecarlo Country Club la vida parece no tener complicaciones. Los imponentes cruceros, atiborrados de turistas, van y vienen por las aguas de la bella Côte d'Azur, la Costa Azul, en el sudeste francés. El glamour matiza cada rincón. Los autos de altísima gama aceleran entre las zigzagueantes callecitas del principado.

Despreocupado y luciendo sus mejores atuen dos y adornos, el público disfruta del sol, de algún trago, observa de reojo y detrás de los anteojos oscuros las canchas de tenis, teñid Se suele llenar de gente cuando se corre una carrera como el Gran Premio 25 de Mayo, el salón Macón.

Esa especie de sitio sagrado que en San Isidro honra a un caballo de comienzos del siglo pasado, de la familia Mitre, inmortalizado en un óleo. Se llena de gente y no cabe tanta expectativa frente al plasma con las imágenes que vienen de la pista. En medio de 30 personas de pie, dos hombres sentados, en lugar privilegiado. No se ven casi, en la densidad demográfica del recinto. Pero cuando Ordak Dan recorre los últimos 100 metros, aguantando el primer puesto, soportando la carga de Soy Carambolo y el ataque aterrador del brasileño Going Somewhere, las manos y los gritos de los dos hombres emergen, impulsadas por el festejo.

Saturnino Sixto Erro vino de Gualeguay, Entre Ríos, para ver a su caballo correr un Grupo 1, la máxima categoría hípica. Estuvo ya el martes allí cerca, en el sorteo de partidores. A su lado, el doctor Carlos Carabajal. Docente de veterinarios y entrenadores. Pionero de la cirugía traumatológica y la anestesia por inhalación, en equinos. Su bastón está en reposo. Saturnino tiene 95 años. La platea para ambos, en medio de esa popular, se explica. En la semana, Carabajal le había dicho a LA NACION que Ordak Dan estaba vareado "para correr 5000 metros". Ayer les explicaba a los que no habían oído eso que "es un aerobista con golpe de velocidad y tiene la conformación de un fondista". Fue después de que el zaino dominara en la recta final y mostrara agallas cuando parecía que lo pasaban de largo. En la semana, también, el entrenador dijo que un gran premio se gana en la elección del jockey, cuando no se puede conservar al que venía montando a su caballo. Carabajal eligió a Pablo Carrizo. Juan Cruz Villagra se comprometió con Sunny Rex, un tordillo que terminó octavo. También Lucrecia Carabajal, la hija jocketa de Carlos, supo dirigir a Ordak Dan, ganando dos veces. La amazona esta vez se subió a Lulú Champion, de gran carrera, cuarto a menos de tres cuerpos del ganador. Lucrecia, ya con la chaquetilla de la siguiente carrera, se paró a observar la premiación. Indiscreto, uno quiso saber si no podría estar ella recibiendo un trofeo. "No le corro más a papá", respondió. Un choque lógico entre padre e hija que se dedican a lo mismo. Carlos no esquivó el tema, luego: "Prefiero conservar un hijo que tener un jockey. Jinetes hay muchos y a mi hija la amo entrañablemente. Conmigo aprendió casi todo el abecedario hasta la y griega, desde andar a caballo. Estoy orgulloso de mis nueve hijos". Uno de ellos, Adrián, es veterinario en Miami. Y amigo de Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, presente ayer, como siempre. De ahí el largo abrazo entre el dirigente y el cuidador.

La carrera que se esperaba, el desarrollo estaba cantado. Beside the Point adelante desde la suelta y Storm Rancher relevándolo 1000 metros después, ya ubicado tras largar por afuera. "No quise ir a pelear con esos dos caballos y por suerte se amansó", comentó Pablo Carrizo, que tuvo que bajarle el ímpetu a un caballo que también se juega en la punta. Lo pudo hacer hasta el derecho. Allí le aflojó las riendas." Soy Carambolo mostró la piel de favorito y lo fue a buscar, pero chocó con una pared. Going Somewhere, el ganador del Pellegrini, esta vez apareció por afuera, pero también desde lejos. Por el hocico no fue segundo. "Gualeguay, Gualeguay", gritó el grupo que acompañó al propietario, mientras esperaban al caballo, de vuelta de la hazaña. Allí estaban los nietos de don Saturnino. El hombre que, después de tres victorias al hilo de su caballo, tenía a mano un handicap. Pero que quiso darse el gusto en un gran premio. Y disfrutarlo desde días antes, como se debe.




Ingresar
Recordarme en este equipo

Si no sos usuario de
Montevideo Portal

Registrate
Ingresar
Necesitamos saber tu e-mail para registrar tu usuario twitter. Este dato te lo pediremos una única vez, luego iniciarás sesión automaticamente.
Ya estas registrado, por favor ingresa tu password para verificar tu identidad.









Haras la Concordia


Burreros.com | contacto@burreros.com
Ingresar
Recordarme en este equipo

Si no sos usuario de
Montevideo Portal

Registrate