Los 9000 triunfos de Pablo Falero agigantan una fabulosa leyenda (LA NACIÓN)

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La segunda carrera de ayer en Palermo cobró una dimensión inmensamente superior a lo que se suponía. Se trataba de una simple prueba para potrancas que nunca habían ganado y quedó inmortalizada por lo que terminó representando para el jockey vencedor: en las riendas de In the End, Pablo Falero llegó a los 9000 triunfos, una cifra superada apenas por otros tres colegas en el mundo. A los 50 años, el piloto se unió a la lista que encabezan el canadiense Russell Baze (12.844), retirado el año pasado; el brasileño Jorge Ricardo -el martes retomó la actividad, tras sufrir una fractura en marzo pasado- y el panameño Lafitt Pincay Jr., que colgó la fusta en 2003, cuando llevaba 9530 festejos. Como en gran parte del viernes, cuando quedó a un éxito de la cifra en cuestión, y durante el sábado, parecía embrujado el disco para Falero. A In the End le costaba entrar en ritmo y se echaba hacia adentro, y la puntera Pura Bellota había tomado una distancia que parecía indescontable. Sin embargo, el rigor del uruguayo y la perseverancia de la yegua lo hicieron posible. Ese medio cuerpo en la meta tenía una trascendencia inesperada para los protagonistas. "La verdad es que me sorprendiste", le confesó a la nacion, enterado de la noticia, en un ambiente en el que parte de las cuentas se llevaron a pulso hasta que llegó la tecnología. Hace casi un año, el hipódromo de San Isidro le rindió homenaje por las 8000 victorias exclusivamente en la Argentina. Aquella tarde lo habían puesto al tanto de los números y llegaron los reconocimientos en cadena. Ganador de casi todos los grandes premios de la hípica de ambas orillas del Río de la Plata, Falero ha vencido -además de aquí y en su tierra- en Chile, en Perú, en Brasil y en Ecuador. Incluso, compitió en los Estados Unidos, los Emiratos Árabes y en España. "Jamás pensé que llegaría tan lejos ni hacer tanta historia", comenta. La humildad no le impide sentirse orgulloso de lo que fue consiguiendo desde su primera carrera, en 1982, cuando estaba por cumplir los 15 años. Fue en el hipódromo de Colonia. Algo tan lejano aquello y tan presente. "No soñaba nada. En esa época, el hecho que más lejos me sacó de mi ciudad, y lo recuerdo muy bien, fue el relato de un Pellegrini que escuché por la radio en el patio de un stud. De la emoción se me erizaba la piel", reveló hace un tiempo en una entrevista. Ahora es él quien provoca esa sensación en los más jóvenes. Sobre todo en nuestro país, donde se radicó en 1991, Falero tuvo que ganar carreras más complicadas. Fueron aquellas lesiones significativas, como la fractura de tres vértebras cervicales (dos con desplazamiento) que en 1998 pusieron en jaque no sólo su continuidad en las pistas, sino el riesgo por una operación que demandó nueve horas y no garantizaba una curación total. Nueve meses después de aquel día reapareció ganando un gran premio en San Isidro y en la tribuna colgaba una bandera uruguaya con una leyenda impactante: "Rezamos por vos. Gracias por volver". "Creo que a medida que se fueron dando las cosas empecé a entender lo que me han dado los caballos y mi pasión por lo que hago", analiza, en retrospectiva, poniendo en contexto lo que ha generado puertas afuera. La familia acompaña, incondicional. De hecho, está bien fresca la imagen de su última victoria en un gran premio, el 2 de este mes, levantando la Copa en Palermo rodeado de algunos de sus hijos y los nietos. No lo ha dicho públicamente, pero esa tarde se podía descubrir en su mirada que había algo especial. Mucha satisfacción en un rostro que dibujó cientos de sonrisas por conquistas tan o más trascendentales que aquella del Gran Premio General San Martín (G 1), con el caballo Forty One. El muchacho que ganó su primera estadística en el Real San Carlos, a los 18 años, y luego comenzó a incursionar cada vez con mayor éxito en Las Piedras y en Maroñas, hoy es todo un hombre y no se detiene. Celebra aquella decisión de cruzar el charco y animarse a más. Cuando el turf uruguayo transitaba una crisis de la que le costó una reconstrucción levantarse, Falero edificó su leyenda en la Argentina y se convirtió en visitante ilustre en su tierra. Se ganó el monumento. Insaciable desde lo competitivo (ayer obtuvo además uno de los tres handicaps), seguirá apostando a más triunfos con la misma intensidad que disfruta de cada ovación luego de un final cabeza a cabeza.

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